lunes, 9 de noviembre de 2015

TENOCHTITLAN: CUNA DE UNA GRAN CIVILIZACIÓN.

La leyenda de su fundación señala que México-Tenochtitlan fue poblada por un grupo proveniente de Aztlán (lugar cuya ubicación precisa se desconoce) formado por tribus nahuas:

 Los futuros mexicas recibieron la orden de su dios guía, Huitzilopochtli, para abandonar el lugar donde se encontraban e iniciar un peregrinar hasta descubrir la señal que él les había prometido: un águila devorando una serpiente, mientras estaba posada sobre un nopal. Esa imagen sería el indicador de que habrían llegado el sito en donde debían fundar una nueva ciudad y un nuevo imperio que estaría por encima de los demás. De esta manera se convirtieron en un pueblo errante; hasta que un día, al llegar a los límites del lago de Texcoco, vieron la señal que tanto esperaban justo en un islote en medio del lago, tal como Huitzilopochtli les había indicado, y la migración concluyó.

Las características del sitio fueron fundamentales para la supervivencia; su aislamiento natural concedía ventajas militares y económicas. Las tierras y el agua ofrecían grandes beneficios para el pueblo. La capital de los mexicanos se convirtió en una de las mayores ciudades de su época en todo el mundo y fue la cabeza de un poderoso estado que dominó una gran parte de Mesoamérica. Llegó a albergar a más de 2 mil habitantes por kilómetro cuadrado; el diseño geométrico de la ciudad abarcaba 3 kilómetros cuadrados. En ella se edificaron más de 70 templos majestuosos, la mayoría de ellos construidos sobre el lago. Calzadas, avenidas y canales conectaban a la gran ciudad, donde el Templo Mayor (recinto sagrado con templos dedicados a Tláloc, dios de la lluvia, y a Huitzilopochtli, dios de la guerra y del sol) marcaba un lugar emblemático para la sociedad.

México-Tenochtitlan fue ejemplo de una metrópoli bien estructurada, higiénica y organizada.



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